OPINIÓN

Botnia, la pastera que no supimos conseguir


31/05  –  ¡Adelante!” dice un operario. Un bitren, uno de esos camiones que no se ven en Argentina, cargado de rollizos de eucalipto ingresa al predio de la pastera UPM (la ex Botnia), a unos cuatro kilómetros de la ciudad de Fray Bentos, en Uruguay. Detrás, una cola de enormes rodados de carga espera su turno. Es una mañana habitual en esta fábrica de pasta de celulosa ubicada en la vera oriental del “río de los pájaros”, una industria forestal de capitales finlandeses que invirtió (invierte) millones pero que generó la tan conocida controversia con Gualeguaychú, Entre Ríos, por su instalación.

“Somos la planta más monitoreada del mundo”, comenta Mauro Real de Azua, gerente de Infraestructura Logística de UPM, a modo de bienvenida. Sus palabras apuntan al único punto sensible de la radicación de la pastera: la posibilidad de contaminación denunciada desde la vecina localidad entrerriana, una acusación sólo sustentada desde en el temor infundado que en esta década de producción nunca pudo ser respaldada por algún serio estudio ambiental.

La visita de época a la pastera se da en momentos en que en Corrientes reflotó la idea de atraer capitales para la industrialización del enorme volumen de madera en suelo del Taragüí. Tras el arribo de expertos de la consultora finlandesa Pöyry, funcionarios provinciales incluso aventuraron la posibilidad de la construcción de una papelera en el departamento Ituzaingó, en el vértice de los dos polos de producción forestal más importante en suelo correntino: Gobernador Virasoro y Santa Rosa.

La monumental pastera en el vecino país comenzó a operar en noviembre de 2007. Dos años más tarde, UPM – que tenía inversiones minoritarias en la fábrica – compró la planta a BOTNIA. Su actual capacidad de producción alcanza a 1,3 millones de toneladas de celulosa blanqueada de fibra corta de eucalipto (representa el 6,2% del total de los bienes exportables de Uruguay).

Pero la labor de la firma finlandesa no inicia con el proceso industrial en el que los rollizos se transforman en pasta de celulosa: comienza muchos años antes, en uno de los viveros que la compañía cuenta en suelo uruguayo.

San Francisco y Santana son los dos viveros de UPM. El primero tiene capacidad para producir unos 20 millones de plantines anuales (principalmente de eucalipto de la especie Grandis) y el segundo unos 15 millones (mayoritariamente Dunnii). Para interpretar el tamaño de estos emprendimientos basta apuntar que en Corrientes los viveros más importantes promedian 500 mil plantines anuales.

Desde los viveros, la empresa traslada los plantines a los campos forestales. Hoy, Uruguay tiene unas 900 mil hectáreas de bosques cultivados (le pisa los talones a Argentina) de las cuales unas 250 mil pertenecen a plantaciones de UPM. Allí crecerán en un período que oscila entre los 8 y 10 años hasta que alcancen la altura y el diámetro necesario para su industrialización. Será entonces el tiempo de cosecharlos (cortar, limpiar y trozarlos).

Si bien Corrientes es la provincia con mayor superficie forestada en Argentina (500 mil hectáreas), el total de sus plantaciones de eucalipto (unas 150 mil hectáreas) no alcanzaría para cubrir la demanda de la pastera ubicada en suelo uruguayo.

La planta UPM consume unos 13 mil metros cúbicos de madera (eucalipto) por día. Esto equivale a unos 4,5 millones de metros cúbicos por año. Para graficar este volumen se puede decir que para la producción de esta fábrica se necesitan ¡¡¡400 camiones!!! diarios repletos de rollizos.

La pastera trabaja las 24 horas los siete días de la semana. Salvo unas 10 jornadas destinadas al mantenimiento de los equipos, el resto del año mantiene una producción ininterrumpida. Para ello es vital el ingreso constante de madera. Y este fue uno de los problemas que debieron enfrentar en estos nueve años de labor.

Como es tanto el volumen de rollizos necesarios para la industrialización, no hay un lugar físico donde acopiarlos. Por ello, tras cortarlos, se los deja a la vera de los caminos internos de las plantaciones durante unos tres meses para orearlos – que pierdan el agua – y luego se los recoge y lleva a la fábrica.

El problema radica en que por el clima muchos de los caminos se vuelven intransitables tras las lluvias. Por ello la empresa resolvió cementarlos: cada kilómetro de este mejoramiento vial tiene un costo de 50 mil dólares. La visita de época incluyó una gira por algunas de las plantaciones. Una de ellas contaba con el primer camino interno cementado, labor realizada hace tres años, que está al borde de su vida útil. Sin embargo, se pudo apreciar la calidad del sendero, más allá del tiempo de utilización en el que debió soportar enormes y pesados transportes de carga y maquinarias forestales.

Celulosa y energía

UPM es uno de los principales productores de celulosa a nivel mundial. Cuenta con cuatro plantas: tres de ellas en Finlandia y la restante en Uruguay, produciendo aproximadamente entre todas unos 3.3 millones de toneladas por año. La fábrica del vecino país es la más importante de la firma, la más nueva y la que mejor tecnología cuenta.

La celulosa es el insumo más importante para la producción de papel. Se elabora a partir de distintos tipos de madera, dependiendo de las características de papel que se busque lograr. La planta de UPM en Fray Bentos está especializada en el desarrollo y la producción de celulosa de fibra corta elaborada a partir de distintas especies de eucalipto.

La elaboración de celulosa es, simplemente, la cocción de materias primas forestales en una solución química que elimina las sustancias conectivas y adhesivas de la madera.

Una fábrica de pasta de celulosa kraft genera energía, calor y electricidad aprovechando los residuos disueltos en el licor de cocción y en algunos casos también los excedentes de madera, es decir, la corteza.

La cantidad de energía que produce la fábrica de UPM Fray Bentos es considerablemente superior a su consumo propio. De los 140 megawatts, la planta sólo ocupa la mitad; un 25% se destina a la fábrica de producción química (que utiliza materia prima de la pastera) y el porcentaje restante se comercializa a la red de distribución local. Este resto satisface plenamente la demanda de Fray Bentos que oscila entre los 12 y 15 MW.

Medio ambiente

Real de Azua no exageró al señalar que es la planta de celulosa más controlada del mundo. A los 28 puntos de control cercanos a la fábrica hay que sumarle otros 40 en áreas que corresponden a la empresa. A ellos hay que adicionarles otros 20 que corresponden a la Dirección Nacional de Medio Ambiente (DINAMA) de Uruguay.

Algunos datos a tener en cuenta. En primer lugar, las reglamentaciones de DINAMA son en algunos aspectos más rigurosos que en Europa a punto tal que la mitad de las industrias de estas características en el viejo continente no podrían funcionar en el vecino país sudamericano.

Otro punto es que si DINAMA duplicara su rigurosidad, aún así la pastera UPM podría funcionar sin inconvenientes pues sus valores seguirían por debajo de las mediciones solicitadas.

Y un tercero y no menos importante. El vertido de fósforo de UPM representa el 0,1% del que ya contiene el río Uruguay. Es decir, si ese nivel es elevado en dicho curso de agua (por ese río todos los días pasan 50 toneladas de fósforo) se debe a otros motivos de contaminación en ambas márgenes (tanto del lado argentino como del uruguayo y el brasileño).

Desde la empresa insisten en que la de Fray Bentos es una planta de mínimo impacto ambiental. Señalan que se utiliza el mínimo posible de agua y luego se la trata antes de ser devuelta al río. También apuntan que los gases producidos por el proceso industrial también son tratados para evitar cualquier tipo de contaminación en el aire. Aseguran que mediante un sistema de filtrado y reciclaje, sólo se genera vapor de agua y dióxido de carbono (a este último los árboles lo convierten naturalmente en oxígeno).

Por Gustavo Gamboa, para Diario Epoca

http://diarioepoca.com/577653/la-pastera-que-no-supimos-conseguir/

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